2 La revolución de los virus gigantes
La revolución aún en curso de los virus gigantes empezó con un descubrimiento sin precedentes. En 2003, el virólogo frances Bernard La Scola se encontraba estudiando muestras de agua donde había amebas eucariotas de la especie Acanthamoeba polyphaga, infectadas por un patógeno de gran tamaño, previamente clasificado en 1992 como una bacteria cocoliforme, sin clasificar a nivel de especie, pero con evidencia bioquímica que la posicionaba como gram positiva, de allí que de le desginó el nombre Bradford coccus [7].
Más de 10 años después, mediante análisis micrsocópicos más detallados, Bernard se encontró con la sorpresa de que esa bacteria en realidad era ¡un virus!. El primer virus visible bajo microscopio óptico, y el primero en dar positivo a un test de tinción de gram (Figura 1). La Scola lo llamó Acanthamoeba polyphaga mimivirus, por ser un “mimo” o imitación de la apariencia de una bacteria [8]. De hecho, La Scola para dimensionar la relevancia de sus hallazgos fotografió un virión de Mimivirus junto a un ejemplar de la bacteria Ureaplasma urealyticum: