9 Crónicas Sindemia de COVID-19
El inicio de la década en aislamiento
La historia aún en curso de la COVID-19 (del ingles Coronavirus Disease) inició en el no tan remoto mes de diciembre de 2019. Mes en el que varios pacientes de Wuhan (China) fueron admitidos en hospitales con síntomas asociados a una neumonía desconocida, inicialmente llamada “neumonía de Wuhan”. A medida que el número de pacientes que presentaban síntomas comenzó a aumentar, el agente causal fue finalmente aislado de las muestras. Inicialmente se denominó el nuevo coronavirus 2019 (2019-nCoV). Posteriormente dada la identidad genética con SARS-CoV (con el que comparte 79% de sus nucleótidos), se renombró como coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) ([44]).
La convergencia de múltiples factores como la elevada tasa de propagación del SARS-CoV-2, la baja mortalidad, el medio de contagio, el estado de interconectividad área en el mundo para finales del 2019, junto a la negligencia en el manejo de la situación por parte del gobierno Chino, que pese a la experiencia vivida frente al brote epidémico de un virus afín con el virus de SARS-CoV-1 en el 2003, retrasó la activación de las alarmas epidemiológicas del mundo, con un prematuro reporte de la situación a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cual amplificó mediante un twit del 14 de Enero del 2020, en el que se afirmó:
“Las investigaciones preliminares llevadas a cabo por las autoridades chinas no han encontrado pruebas claras de transmisión de persona a persona del nuevo #coronavirus (2019-nCoV) identificado en Wuhan, China”.
La OMS declaró a la COVID-19 como brote epidémico el 30 de enero del 2020, posteriormente dado al avance del brote alrededor del mundo, la enfermedad sufrió un cambio del estado epidemiológico, considerandose como pandemia el 11 de marzo de 2020. Una vez la situación. Las características clínicas de COVID-19 son variadas, desde el estado asintomático hasta el síndrome de dificultad respiratoria aguda y la disfunción de múltiples órganos. Las características clínicas pueden incluir fiebre, tos, dolor de garganta, dolor de cabeza, fatiga, anosmia o disfunciones olfatorias y gustativas, mialgia o dolor muscular y falta de aliento (gamero2021secuelas). En un subconjunto de pacientes, al final de la primera semana la enfermedad puede progresar a la neumonía, la insuficiencia respiratoria y la muerte. Esta progresión se asocia con un aumento extremo de las citoquinas inflamatorias, fenómeno descrito como tormenta de citocinas, en las que se incluyen elevadas cantidades de IL2, IL7, IL10, GCSF, IP10, MCP1, MIP1A y TNFα ([45]).